Parece un día de fiesta. Desde temprano han ido llegando al ‘Caño de las palomas’ las personas que este Viernes Santo van a cumplir “una promesa” a través de la flagelación, golpeándose la espalda con un látigo cuya punta son bolas de cebo animal. 

Sobre la calle de la ciénaga o de la ‘amargura’, como también se le conoce, ya se encuentran espectadores de lado y lado de esta vía para ver “el espectáculo” con música, latas de cerveza, agua y gaseosas, como si fueran a presenciar un desfile de carnaval. 

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Uno de los primeros en pasar fue Yuris Carrillo Orozco, de 28 años, oriundo de Sabanagrande, junto a Vicente Bocanegra Acosta, de 76 años. Este último terminó de “pagar la manda” este año por los milagros recibidos.  

Uno a uno de estos penitentes que esperan hacer su práctica llegan a las siete cruces a lo largo de la calle de la ciénaga donde se arrodillan, les hacen cortes con cuchilla de afeitar en la piel para que la sangre drene y no se coagule, y luego finalizar en la ‘cruz vieja'.  

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Durante el recorrido, donde se darán cita 25 flagelantes, llegó por primera vez Rafael Olivo Mosquera, de 60 años, oriundo de Santa Lucía, para “pagar la manda” del esclavo con pies descalzos y llevando sobre su pecho una cadena pesada azotándose con una correa.